Un país inserto en el proceso de globalización y desarrollo dentro del modelo capitalista y neoliberal necesita de una infraestructura que busca la satisfacción de las necesidades de la población y la producción necesaria para la generación de una competitividad económica internacional.
Por lo tanto, la intervención y transformación de la geografía, la explotación de recursos y la producción de bienes y servicios son necesarias si se busca el desarrollo de la nación. Sin embargo, las grandes obras de infraestructura traen consigo repercusiones que no siempre son especificadas para las poblaciones afectadas, respecto al impacto cultural y social. Es así como la construcción de carreteras, aeropuertos, puertos fluviales o represas, entre muchos otros megaproyectos, generan más problemas que las soluciones para lo que fueron diseñados, pues se debe tener en cuenta que cada una de estas intervenciones traen consigo una multiplicidad de efectos colaterales físicos, psicológicos y culturales.
En Colombia, como en muchos lugares del mundo, se ha diseñado una serie de intervenciones de ingeniería que buscan la modernización de la infraestructura y la una mayor producción que haga competitiva a la nación. Desde la independencia del país esta ha sido la constante de muchos gobiernos, la construcción de obras de diferente índole para la satisfacción de las necesidades exigidas en el mundo cada vez más globalizado, en otras palabras se ha buscado y luchado por alcanzar el "Desarrollo” pues es un deber y una necesidad de todos los países, en especial aquellos subdesarrollados, esto bajo la concepción de sistema en el que se desenvuelve el mundo actualmente que busca privilegiar a unos pocos sin importar las consecuencias que traiga para la inmensa mayoría. Los últimos gobiernos han acelerado el proceso de modernización del país. Durante los dos gobiernos de Álvaro Uribe se diseñaron y construyeron multiplicidad de “obras públicas”, entre las que se puede señalar las carreteras de doble calzada, túneles de comunicación, reforma y construcción de aeropuertos y puertos fluviales y el diseño de otro tipo de obras que hoy en día permiten a Colombia tener un superávit de energía eléctrica, por ejemplo, todo en el marco de las políticas de Seguridad Democrática, enfocadas a la Confianza Inversionista internacional.
La construcción de represas ha sido desde los años 60's una constante en todo el país que ha visto surgir embalses de gran tamaño como El Sisga, Tominé, El Muña, Urrá, Betania, Calima, Prado, Suesca, Guavio, Guatapé etc., que modificaron la capacidad de producción de energía eléctrica del país, dando un cubrimiento a una mayoría poblacional que accedió a este servicio, satisfaciendo las necesidades de la población, favoreciendo la urbanización cosmopolita del país y generando una producción suficiente para que este servicio se convirtiera en uno de los productos de exportación del país.
Esta política no ha sido aislada, corresponde a un plan de desarrollo que nacería desde el llamado plan Marshall en la posguerra y que se ha consolidado como una forma de propiciar el crecimiento económico, la modernización y la lucha de las naciones para salir del subdesarrollo. Sin embargo, es necesario cuestionar “este modelo de desarrollo” y la forma como una comunidad debe integrarse a él.
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“¿Qué es "Desarrollo"?... Desde la década de 1930 hasta 1970, la construcción de grandes represas fue vista como desarrollo y progreso económicos. Según la Comisión Mundial de Desarrollo y Medio Ambiente de 1987, el ‘desarrollo’ es aquél “que satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones”. Pero ¿quién se ha desarrollado más y quién menos? ¿Las represas han beneficiado a la población mundial de manera justa y equitativa y sin comprometer las generaciones futuras? Para la Comisión Mundial de Represas (CMR) “(...) una orientación equitativa y sustentable en cuanto al desarrollo exige que decidir construir una represa o cualquier otra acción, no debe, en principio, sacrificar los derechos de ningún ciudadano o grupos de personas afectadas”.
(Castro Soto, 2005).
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El mundo entero se ve obligado a cobijarse bajo el manto del desarrollo, aún cuando no comprenda las dimensiones de todo aquello que esto puede conllevar. No se trata solamente de ver el aspecto cultural o económico del desarrollo, hay que buscar las dimensiones reales y aunque se trate de un análisis del impacto global, nos parece justo que la humanidad comprenda que el orgullo nacional y el alcance de un país desarrollado cuesta mucho más de lo que puede traer en beneficio al menos para una parte de la población.
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“Más de 300 mil habitantes deberán desalojar la zona que rodea la represa de las Tres Gargantas, situada en el centro de China. Los medios de comunicación chinos informan que el desplazamiento es necesario para proteger el medioambiente y para prevenir posibles muertos por las inundaciones. La represa de las Tres Gargantas en el Río Yangtsé (Río Azul) es la central hidroeléctrica y embalse más grande del mundo. Años atrás ya habían sido desalojados 1.300.000 chinos. Ahora las autoridades "alientan" a 4 millones de personas a abandonar la región antes del 2020. Los damnificados reclaman el pago de las prometidas indemnizaciones que, según acusan, van a parar a los bolsillos de los empleados públicos corruptos”.
(Agencia EFE. Jueves, 21 de Enero de 2010) _________________________________________________________________________
En función de esto es necesario abordar un caso especifico y nos referimos a la construcción de la represa de El Quimbo de la multinacional EMGESA, que afectaría los municipios de Gigante, Garzón, La Jagua y Agrado en el departamento del Huila. La discusión al respecto de la transformación del paisaje o de la pérdida de áreas de producción agrícola, muchas de las cuales llevan años de inversión tanto económica como en trabajo de parte de las comunidades en sistemas de optimización y mejoras de la producción. En este caso, las tierras han sido trabajadas en comodato durante cuarenta años por pequeños propietarios, muchos de los cuales heredaron a sus hijos, y son éstos los que ahora disfrutan de un pedazo de tierra productiva.
La historia de esta comunidad va mas allá de la apropiación de terreno, representa un proceso de construcción de comunidad en donde el valor de las tierras no solamente está en un plano económico sino que integra aspectos tradicionales con valores sentimentales y/o personales, como lo podemos ver en los testimonios de algunos de sus pobladores:
“… aquí nos amañamos mucho. Aquí no hay violencia.la pasamos bien. Y no nos van a garantizar lo mismo: el río, los cultivos, la gente. Esto vale mucho, no hay el dinero para pagarlo” (Pobladora, Plataforma Sur; 2010).
Es necesario analizar las consecuencias culturales del desarrollo, pues están por encima de cualquier otro análisis de perspectivas económicas o políticas y por ello es consecuente revisar los antecedentes de la construcción de represas en el país y su impacto sobre la población flotante obligada a desplazarse.
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“Hay un gran temor en cuanto a la transparencia e idoneidad con el real impacto de los mega proyectos hidroeléctricos. Los beneficios directos que les brindan a los pueblos se reducen típicamente a cifras monetarias para la cuantificación económica, pero no se registran en términos humanos. El desarraigo no tiene precio.
Las políticas deben formularse de forma tal que contribuyan a reducir la vulnerabilidad de la comunidad y el gobierno debería considerar otras opciones para el suministro de agua y energía.”
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Históricamente se ha presentado la principal contradicción ya referida en esta cita y que deja muy claro que los mega proyectos generan recursos monetarios suficientes, desde el punto de vista del capitalismo, para ser lo suficientemente rentables y por este motivo aprobables al modo de ver de las grandes instituciones del desarrollo, pero no por ello se debe ignorar que la economía no puede reemplazar los procesos culturales o el impacto ambiental, solo por nombrar dos elementos importantes de las consecuencias que traería consigo la intervención de un mega proyecto. En Colombia, la gran consecuencia ha sido el desplazamiento de comunidades con problemas que van desde la separación de familias, el crecimiento desordenado de las periferias de las grandes ciudades e incluso crisis económicas inflacionarias y disminución de mano de obra agrícola, ligada a la producción especializada en los territorios que se intervienen.
El caso más dramático se dio en el año 1963 cuando la construcción de la represa de Tominé inundó un área de 7191 hectáreas, desplazando la totalidad de la población del municipio de Guatavita en Cundinamarca.
“Las 244 familias que allí viven tendrán que desalojar el centro. La destrucción de la población no solo debe entenderse como simple demolición de casas, templo, hospital, establecimientos comerciales etc. si no principalmente el derrumbe y desaparición del edificio social, durante siglos construido por cinco o seis generaciones continuas, que han vivido en relaciones intimas que se puede decir sin exagerar en la actualidad integran una única y gran familia”
(Pontificia Universidad Javeriana. 1963)
Pero Guatavita no ha sido en ningún modo un caso aislado y tristemente se puede afirmar que la población de Guatavita fue una de las que menos sufrió los impactos del desarrollo, o que su población por lo menos logró asimilar de una mejor manera la situación del desplazamiento y la modificación económica y cultural a que se vieron obligados. En 1985 se inició el proceso de construcción del embalse de Salvajina, ubicado en el Cauca, en el Sur-occidente de Colombia, a 47 kilómetros de la población de Santander de Quilichao, en el municipio de Suárez y sus resultados aún son visibles, su población aún no se recupera y la deuda social nunca se pagó por parte de los entes del desarrollo.
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“Los impactos producidos por la represa afectaron, y afectan todavía, territorio de comunidades afrodescendientes e indígenas, principalmente en los municipios de Suárez, Buenos Aires y Morales. Entre los impactos generados por la puesta en marcha de la represa, se destacan los siguientes:
Sociales y económicos: La pérdida de las fuentes de trabajo que garantizaban la sostenibilidad de las comunidades negras e indígenas en los territorios inundados. Resultaron afectadas la minería (oro), pesca, extracción artesanal de materiales de construcción para sus viviendas y agricultura. Esto implicó un descenso del ingreso económico familiar significativo.
Culturales: El desmembramiento familiar debido a las condiciones de miseria, obligaron al desplazamiento intrafamiliar y al desplazamiento de población entre diferentes veredas.
Ambientales: La variación de la temperatura promedio en la zona del embalse y la erosión de las riveras de la represa por la alta concentración de agua, implicó la pérdida de especies propias del ecosistema natural del río y de su rivera, además de producir cambios significativos en las tipologías agrícolas.”
(Ortega, Soler, Cañellas; 2006)
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La represa de El Quimbo es por sí misma la repetición de la historia de Guatavita y Salvajina pues traería consigo el desplazamiento de 362 familias con fuertes sentimientos de dependencia geográfica, cuyas tierras han sido heredadas y el sentimiento cultural está profundamente arraigado. Por otro lado hay una pérdida considerable de la capacidad productiva de las personas de este lugar, cuya reubicación no será compensatoria en el plano económico bien porque se vean abocados a emplearse en trabajos diferentes para los que no están calificados o bien porque se pierde la infraestructura de producción y de vida que tienen.
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“Gran parte de los desplazados por represas que han tenido que sumarse a los planes de reasentamiento no han mejorado su calidad de vida, ni han mejorado su situación económica; por otra parte, los que no han sido tenidos en cuenta para estos planes han sufrido impactos similares, o han tenido que migrar a las ciudades a acrecentar los cordones de miseria. En cualquiera de los casos, la mayoría de quienes fueron desplazados por represas han desaparecido de las estadísticas, absorbidos por barrios pobres, o por los campos de trabajadores extranjeros”
(Mc Cully, 2001) _________________________________________________________________________
Esto no sólo se ve reflejado en los estudios académicos sino en los testimonios directos de los pobladores:
“Un doctor nos dijo: mejor váyanse reubicados. Pero nosotros ya hemos trabajado mucho, no podemos volver a empezar. Entonces el doctor nos dijo: Pues compren una casa en el pueblo.” (Pobladora, Plataforma Sur; 2010).
Por otro lado, no se puede desconocer que no solo existe un interés más o menos filantrópico de montar a la población en el tren del desarrollo y convertir al país del tercer al primer mundo. Detrás de cada megaproyecto suelen haber profundos intereses políticos y comerciales, donde los beneficiarios suelen ser los grandes capitalistas en detrimento de grupos minoritarios arraigados como los indígenas o la población campesina, y en el caso de Colombia el incentivo a la inversión extranjera, como mecanismo que legitima políticas como la Seguridad Democrática. Hablan sus pobladores al respecto:
“El presidente es el culpable porque él dio la orden y no nos preguntó cómo queríamos vivir. Ya es un hecho porque él es el que manda.
En una reunión con el doctor Miller, el presidente dijo que los pobres siempre han existido y siempre van a existir y que por esa razón no iba a detener un proyecto como ese” (Ángela Trujillo, Plataforma Sur; 2010).
El caso del Quimbo no es aislado en Colombia, paralelamente se han dado mega-proyectos hidroeléctricos en otras zonas del territorio, donde las circunstancias pueden ser similares:
“El debate de Urrá generó una gran controversia por los enormes daños ambientales y sociales a costa de unos beneficios controvertibles, una represa que embalsaba las agua del río Sinú, en la que se instalaron 320 MW de potencia cuando en el país están instalados 12000 MW a costa de un enorme impacto social y ambiental. Pero la construcción de Urrá puede verse también como el eje de un proceso de transformación integral del territorio, como un ambicioso proyecto que convierte a las planicies de Córdoba en un poderoso enclave agroindustrial insertado en la economía globalizada, en el que la regulación de los caudales de agua del río que llegó con la represa, condicionó absolutamente todas las actividades antrópicas del valle.
Actualmente en el valle del río Sinú se concentran agro cultivos sumamente riesgosos como son algunas especies transgénicas de Sorgo y Algodón, se implementan agresivamente proyectos camaroneros en los litorales y se construyen distritos de riego con recursos del Banco Mundial. Sin embargo, esta región ha sufrido uno de los procesos más graves de concentración de la tierra, en los que los grandes propietarios también son los grandes señores del paramilitarismo. Desde ese punto de vista pueden verse los procesos de negociación de Santafé de Ralito como procesos de legitimación de capitales, entre los que están los del narcotráfico, o como plataformas de validación política del proyecto de extrema derecha en Colombia, que espera dejar en el olvido las terribles violaciones a los derechos fundamentales que han perpetrado”.
(Instituto Nacional Sindical. Observatorio Social de Empresas Transnacionales, Mega proyectos y Derechos humanos. 2003).
Pero no es solo el desplazamiento, el patrimonio también tiene un importante componente y en el centro del Huila se presentaron dos casos de sentimiento de identidad cultural ligados a la posible destrucción de la Capilla de san José de Belén que fue declarado patrimonio cultural del departamento, que fue desplazada y de la existencia de al menos 78 lugares de interés arqueológico, que debieron ser rescatados.. Finalmente se debe mencionar que existen empresas comunitarias y familias productivas con amplia organización ancestral respecto de los procesos productivos y su desplazamiento generaría la desintegración de los mismos.
“El sometimiento de un pueblo empieza por la eliminación de su cultura. En la planificación de las represas la pérdida del patrimonio cultural nunca ha sido tomada en cuenta. El impacto social, espiritual y psicológico ha sido trágico para todos ellos. Cuando las sequías han disminuido el nivel de los embalses, la memoria histórica resucita y queda todo al descubierto como con la represa Madden en Panamá o Benito Juárez en México. Surgen a la luz lo que fueron sus templos, altares, lugares sagrados, edificios con gran valor arqueológico, regiones y lugares físicos importantes, sepulcros y cementerios completos con los restos de sus antepasados; escuelas, clínicas, parques y lo que fueron sus bosques, grandes cataratas, cañones, ríos, valles y cañadas. “(...) las implicaciones sociales y culturales de construir una represa en un paisaje dado son especialmente significativas, localmente obstructoras, duraderas y a menudo irreversibles”.
(Castro Soto; 2005).
El caso de la represa del Quimbo parece contener la totalidad de las objeciones ya mencionadas o citadas. El desarrollo futuro sería casi contraproducente si se considera las múltiples implicaciones negativas que podría tener la ejecución del megaproyecto. Para el efecto se cita al ingeniero ambiental William Restrepo quien escribe un artículo en el que enumera las consecuencias efectivas de la obra: La inundación de las tierras más fértiles de la región, carreteras, cultivos permanentes y transitorios, pérdida de pasto de pastoreo, cría y engorde de ganado; desplazamiento de 362 familias, pone en riesgo la seguridad alimentaria y los empleos directos generados en la región se suprimirían, la desintegración de núcleos familiares y la destrucción de flora y fauna, además de ecosistemas declarados como reserva natural. La “Perdida de oportunidades y de la misma esperanza de vida y de futuro, por suspensión de la construcción de nueve (9) proyectos de pequeños distritos de riego, ya programados oficialmente, por el gobierno departamental, por ser inundadas las tierras” (Restrepo; 2009)
Este análisis da un enfoque completo respecto del interés, de la población afectada en defender su modo de vida, y detener la anexión de sus tierras a un megaproyecto, pero también es importante entender que el choque no se presenta solamente en dirección cultural, sino que hay una base de sostenibilidad política, económica y social en la defensa del territorio.
La empresa Emgesa defiende el proyecto explicando que la infraestructura será reemplazada y mejorada, creando vías alternas, viaductos y sistemas de comunicación intermunicipal incluso mejores que los actualmente existentes, la tierra inundada incluida las zonas de reserva forestal serían reemplazadas por la adaptación de otras zonas para este objetivo al igual que los recursos de producción alimentaria correspondientes al mismo.
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“EMGESA está comprometida con la eficiencia energética y con el desafió que implica operar en armonía con el medio ambiente, por eso este reto está implícito en todas sus acciones. Este compromiso de mantener una relación responsable con el entorno no solo atañe a los directivos, sino a todos los empleados, contratistas y proveedores.
En armonía con el modelo de desarrollo sostenible promulgado por la Constitución Nacional de Colombia, EMGESA adelanta la gestión ambiental aportando al desarrollo económico y al progreso del país sin detrimento de su patrimonio cultural y su capital natural.
La responsabilidad social y el respeto a las personas es uno de los principales valores de conducta; por ello es de gran importancia el bienestar de los empleados y el de las comunidades vecinas a sus centrales”. (Restrepo. 2009.)
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Las personas afectadas expresaron la importancia de su arraigo y la defensa de su forma de vivir, no se trata simplemente de una defensa telúrica del territorio como parte esencial de la cultura, (si bien este aspecto deja muy claro que los campesinos del centro del Huila conservan de sus antepasados el arraigo y el sentimiento de pertenencia al territorio y con ello dan los primeros indicios de las razones del desacuerdo respecto a las bondades del desarrollo) también existe una especialización del campesino que aborda su comunidad como una ancestral forma de vivir que bien puede estar inserta en el mundo occidental pero que no necesita tampoco un capitalismo como el que involucra el megaproyecto para alcanzar el conveniente desarrollo y la plenitud de la subsistencia de la comunidad.
La comunidad del centro del Huila bien puede estar satisfecha con las formas de subsistencia presentes, con la modernización de los procesos de producción que le involucran, la pesca suficiente para mantenimiento y comercio y desde luego la ganadería que se sostiene en las áreas ya mencionadas, no por ello se desconoce la diferenciación social o las crisis económicas o de producción que le involucran, pero la comunidad del Quimbo prefería continuar con la vida que llevan a transformarla por una enorme industria productora de electricidad y de dinero que no compensan las perdidas en nivel de vida no desde la visión del desarrollo de occidente sino desde la propia forma de vida ancestral de estos campesinos.
Imágenes
1. Represa del Quimbo. https://www.enel.com.co/es/prensa/news/d201908-el-quimbo-llega-a-su-cuota-maxima.html
2.Inundación de Guatavita. Guatavita https://sites.google.com/site/guatavitaturistica/embalse-de-tomine
3. Represa de las tres Gargantas. Wikipedia.org
4. Gigante, Huila http://www.gigante-huila.gov.co/
5. Embalse de Tominé 1963 iglesia http://garabatosesquile.blogspot.com/2007/10/xodo-del-tomin-40-aos.html
6. Construcción de El Quimbo. https://www.dinero.com/pais/articulo/con-bloqueos-disturbios-comienza-construccion-hidroelectrica-el-quimbo/145958
7. Represa de Urrá. https://www.elheraldo.co/cordoba/cinco-mil-vecinos-de-la-hidroelectrica-urra-no-tienen-energia-334285
8. Capilla San José de Belén. https://www.lanacion.com.co/asi-avanza-el-traslado-de-la-capilla-de-san-jose-de-belen/
10. Represa de El Quimbo en producción. https://www.reporterosasociados.com.co/2016/01/represa-el-quimbo-opera-con-normalidad/
Bibliografía
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Castro Soto 2005. Impacto y consecuencias de las represas. En: http://www.ciepac.org/
Comisión Mundial de Represas, Represas y Desarrollo, Un nuevo marco para la toma de decisiones. USA. 2000.
DELGADO W. Cecilia Guatavita.1969.
ESCOBAR Arturo. El final del Salvaje Cultura y Política en la Antropología Contemporánea. Instituto Colombiano de Antropología .1999.
ESCOBAR Arturo. La Invención del Tercer Mundo. Construcción y Deconstrucción del Desarrollo. Editorial Norma. Bogotá. 1998.
Mc CULLY Patrick, Ríos Silenciados, Ecología y Política de las grandes represas, 2001.
MÜLLER-PLANTENBERG Clarita. Territorios Indígenas e Hidroeléctricas.
PEÑA Baquero, Alicia Guatavita. 1972.
PLATAFORMA SUR. 2010. El Quimbo no es una realidad. Documental
Pontificia Universidad Católica Javeriana, Bogotá. Facultad de Ciencias Sociales. Guatavita un Pueblo Sumergido. 1963.
SACHS Wolfang. Diccionario del Desarrollo. Una Guía del Conocimiento como Poder: 1996.
SERJE M. Suaza. PINEDA C. Roberto. Palabras Para Desarmar. Ministerio de Cultura-ICAN. 2002.
Enlaces
http:/terranova.uniandes.edu.co/centrodoc/docs/.../megaproyectosydesplazados.pdf
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