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Hachas y Flechas: ¿Armas o Herramientas?

Actualizado: 22 jun 2023



Autor (Guillermo Ramirez).


Análisis de la producción y uso de armas al interior de un grupo caribe prehispánico en el bosque tropical colombiano.


Axes and Arrows: Weapons or Tools?

Analysis of the production and use of weapons within a prehispanic caribbean group in the Colombian rainforest.


Resumen:

Según las crónicas del siglo XVI la cultura Panche poseía una tradición ancestral bélica que se reflejaba en el éxito militar que surgía de las relaciones interétnicas. Inmersos en un medio ambiente boscoso y tropical debieron desarrollar una serie de tecnologías que les permitiera este éxito, pero muchas veces esta información no se conservó en el registro arqueológico. Es posible que al momento de enfrentarse a culturas diferentes y desconocidas, buscaran soluciones inesperadas para preservar su cultura, enfocando el uso de tecnologías en ámbitos para los que no habían sido diseñadas, tal puede ser el caso de las hachas de piedra pulida.


Abstract:

According to the sixteenth century chronicles Panche culture had an ancient war tradition that was reflected in the military success in their inter-ethnic relations. Immersed in a tropical forest environment, they must develop a set of technologies that allowed this success, but often this information is not preserved in the archaeological record. It is possible that when faced with different cultures and unknown, look for unexpected solutions to preserve their own culture, focusing on the use of technologies in fields for which were not designed, this may be the case of polished stone axes.

Palabras clave: Cultura Panche, Valle medio del Magdalena, Etnohistoria, Artefactos líticos pulidos.

Key words: Panche culture, Middle Magdalena Valley, Etnohistory, Polished Stone-Tools.


INTRODUCCIÓN

La literatura histórica y antropológica siempre ha mostrado a los panches como un grupo prehispánico caracterizado por su condición de guerreros y caníbales que desarrollaron fuerte resistencia a la conquista española durante el siglo XVI, a la vez que fueron una constante amenaza para la paz de los grupos étnicos que ocupaban los territorios aledaños. De la lectura de las fuentes escritas por lo europeos durante el periodo de la conquista se pueden rescatar abundantes testimonios en los que se describieron comportamientos culturales asociados directamente con una aparente tradición bélica, así como técnicas e implementos utilizados en los conflictos armados.


Ya que los panches fueron exterminados por los conquistadores españoles durante un periodo bastante corto (menos de un siglo), la construcción, percepción e interpretación de su cultura, ha partido siempre de las prácticas culturales observadas por los españoles desde un punto de vista extremadamente subjetivo en el siglo XVI. La retórica colonial que encontramos en estos documentos surge en un contexto en el que los relatos consignados (tanto de acciones de europeos como de indígenas) obedecen más a un proyecto literario preestablecido que busca la justificación de ciertas acciones, que a la descripción de sucesos de la manera real en que sucedieron.


Esta forma de registrar aspectos socioculturales desde el grupo conquistador de manera subjetiva y mediada por los intereses políticos y/o económicos del grupo dominante, son frecuentes en las experiencias de exploración y contacto intercultural en que los grupos indígenas fueron definidos por los europeos según las impresiones que les provocaba el entorno en el cual se encontraban inmersos (Lucaioli 2011) o por la percepción subjetiva de sus prácticas culturales, diferentes a las consideradas correctas por la sociedad hegemónica desde la cual se describían (Saldarriaga 2009).


En este contexto de denigración de las culturas locales, los cronistas europeos encontraron una serie de “falencias sociales y morales” en los pobladores americanos, las cuales siempre se resaltan como erradas y apartadas del paradigma europeo cristiano de la época, por lo que deben ser corregidas y/o estirpadas por la acción del conquistador español portador de la civilización, la verdadera fe y el heroísmo.


La forma como se presentan en las crónicas de la conquista estas prácticas sociales, los hábitats en los que existían y funcionaban los diversos grupos culturales, y las mismas relaciones interétnicas, han condicionado la mirada a través de la cual los pueblos desaparecidos fueron y (aún hoy en día) son percibidos. Según Gnecco, “La construcción discursiva de otro territorio… ha sido decisiva para que exista una alteridad étnica para excluir de o atraer al espacio de la civilización” (2006: 221), por lo que el territorio y el entorno son y han sido una plataforma de definición de la alteridad, en la que las características de determinados grupos sociales se han relacionado con el entorno en el que estos habitan.


Conscientes del contexto en que se encuentra la información sobre grupos extintos como los panches, el hacer una lectura detallada de las crónicas de la conquista puede aportar valiosos datos (en especial descriptivos) en campos en los que el mismo exotismo percibido por los europeos conllevó al registro detallado de costumbres extrañas y elementos culturales y naturales hasta ese momento desconocidos.


En un intento por develar un poco el sesgo que impone una descripción hegemónica, se hace imprescindible analizar cómo al interior de cada medio ambiente particular se desarrollan culturas también particulares, que desarrollan diversas tecnologías que a la vez que están determinadas por la interacción entre la sociedad y su entorno, son una respuesta social a las necesidades que este entorno impone a la misma cultura.


De acuerdo a lo anterior, sólo entendiendo el contexto social y las relaciones entre la sociedad y su entorno, se puede llegar a entender la forma en que funciona una tecnología particular (Torrence 2001). Igualmente, entre los instrumentos y las personas que fabrican y utilizan estos instrumentos, se establecen relaciones activas que se encuentran en la cotidianidad del comportamiento cultural, ya que estos instrumentos son el resultado de usos y acciones prácticas sobre la materia (Ingold 1997). En otras palabras, es imposible aislar la existencia y operación de elementos de cultura material y tecnologías desarrolladas por hombres y mujeres, sin considerar las variables sociales y medioambientales en las cuales llegaron a funcionar en algún momento y entorno específico.


Varios autores ya han expuesto como el paisaje es la construcción particular que hace cada grupo humano del medio natural en el cual existe y en el que son posibles sus relaciones culturales propias, retroalimentándose la construcción de cultura y la concepción del paisaje y del grupo inmerso en él (Anschuetz et al 2001, Curtoni 1999 Mora 2005, McGlade 1995, entre otros). Como cualquier otra cultura, los panches existieron en un entorno medioambiental específico, a partir del cual desarrollaron su sociedad particular, siendo el producto de esta relación los elementos de cultura material típicos de su pueblo, de los cuales, algunos han perdurado hasta la actualidad.


Según Sigaut (1994), la única forma de acceder al ambiente es la tecnología, pues es esta la que da la medida de cómo explotar el medio. Así mismo, para el caso particular del bosque húmedo tropical, podemos ver como se desarrolla una serie de instrumentos que ya sean interpretados como armas o como herramientas, son adecuados y funcionales para las personas y culturas que habitan este ambiente específico. La implementación de diversas tecnologías para acceder y funcionar dentro de un entorno específico está a su vez permeada, determinada y condicionada por otros componentes culturales como el simbólico, el sociopolítico, o el económico, los cuales no se pueden separar entre sí ni de su relación como un todo social con el entorno en el cual existen. Cuando se hacen estas divisiones, están determinadas por la subjetividad o intereses propios del investigador al buscar definir el objeto de estudio, a menudo encasillando y delimitando campos que no tienen que ser estrictamente sellados como las categorizaciones de armas, herramientas, ajuar funerario, objetos utilitarios o bienes suntuarios y de prestigio entre otros.


Lo anterior se hace evidente en el caso panche, donde empezamos a plantearnos dudas sobre si instrumentos que han sido interpretados dentro de una u otra de estas categoría podrían haber trascendido el campo para el cual fueron fabricados originalmente, y hasta qué punto pueden cumplir diversos papeles según las necesidades y el contexto cultural de cada momento determinado. También, empezamos a cuestionarnos aquí si las categorías que asignamos desde la actualidad y desde nuestra visión occidental académica corresponden realmente a los papeles funcionales y simbólicos que jugaron estos elementos de cultura material para una sociedad tan ajena a la nuestra como la de los panches: para el caso particular del presente artículo, los objetos que interpretamos como armas y/o herramientas fueron realmente armas y/o herramientas?


También es importante resaltar que así como la concepción occidental de la guerra y el conflicto no da cuenta de muchos comportamientos registrados dentro de pueblos que presentaban una serie de “conflictos simbólicos”, igualmente se ve limitada al momento de analizar la cultura material de un pueblo no occidental poseedor de una tradición ancestral bélica en la que las armas parecen haber hecho parte de su cotidianidad. Por esta razón se hace necesario un análisis que tenga en cuenta la interacción sociedad, entorno y tecnología para dar razón de elementos de la cultura material que se han venido interpretando como armas.


De esta manera, en el presente artículo, buscamos cuestionar un poco las rigidez de las clasificaciones de categorías tan estrictas y excluyentes como la de herramientas y armas, a la vez que intentamos postular una hipótesis de interpretación que pueda llegar a explicar las relaciones entre tecnología, cultura y medio ambiente que seguramente presentaron los objetos de cultura material referenciados tanto en las fuentes escritas de la conquista, como en el contexto arqueológico para la zona panche de las tierras montañosas de la vertiente oriental del valle medio del río Magdalena – Colombia.


A manera de resumen introductorio, a continuación partimos de una descripción del entorno medioambiental en el cual existía la sociedad panche del siglo XVI, buscando caracterizar el paisaje en el cual se desarrolló este grupo humano y abordar el tipo de respuestas culturales que se debieron haber desarrollado ante este ambiente particular; esta primera descripción también incluye a la sociedad muisca asentada en el vecino territorio del altiplano, pues en la descripción de esta relación interétnicaes donde están mejor documentadas las situaciones de conflicto y enfrentamiento bélico que sustenta a su vez la segunda parte del artículo. Posteriormente a manera de marco teórico se desarrolla el concepto de “tradición bélica ancestral” y en un balance etnohistórico se presentan las descripciones del uso de los elementos de cultura material asociados a actividades particulares como el conflicto. Finalmente abordamos el caso puntual de piezas arqueológicas que se han interpretado como armas y procedemos al análisis interpretativo y confrontación de este tipo de elementos con el marco teórico y el planteamiento inicial del artículo.


PAISAJE Y ENTORNO MEDIOAMBIENTAL

Para el siglo XVI, el actual territorio de Colombia estaba ocupado por grupos que han sido considerados sociedades cacicales complejas, concentrados en algunas regiones como el altiplano cundiboyacense en el centro de la Cordillera Oriental, entre otras. Así mismo, en otras áreas los españoles encontraron sociedades que no habían alcanzado el nivel sociopolítico de una organización cacical; estos grupos generalmente se encontraban en las tierras bajas y húmedas desarrollando estrategias adaptativas que les permitían establecer una relación de equilibrio con entornos naturales más frágiles (homeóstasis), tal es el caso del valle medio del río Magdalena.


La cercanía a la línea ecuatorial de esta región geográfica, conlleva a que las diferencias altitudinales se traduzcan en áreas cercanas entre sí con condiciones climáticas muy diversas. En muchas ocasiones, estos entornos climáticos específicos fueron habitados por grupos de filiaciones lingüísticas y culturales igualmente diferentes, pero que mantenían entre sí una serie de relaciones sociopolíticas y comerciales registradas tanto en las crónicas del siglo XVI como en los resultados de investigaciones arqueológicas.


Este es el caso de las tierras altas de Cundinamarca y Boyacá por un lado, y el Valle medio del Río Magdalena por el otro: En el siglo XVI, la región del altiplano se encontraba ocupada por pueblos de la macrofamilia lingüística Chibcha (muiscas, sutagaos, tunebos, laches, guanes y chitareros), agrupados en confederaciones cacicales, dentro de las cuales las más poderosas eran las de los caciques muiscas Zipa (de Bacatá -hoy Bogotá-) y Zaque (de Tunja). La sociedad muisca fundaba su economía en la agricultura, explotando gran variedad de productos al interior y en los límites de su territorio; así mismo, la acumulación de excedentes agrícolas y el comercio de sal, vasijas de barro y mantas de algodón a largas distancias permitían el sostenimiento de una élite religiosa, especialistas orfebres, alfareros y tejedores (Botiva et al 1989, Langebaek 1987).


La vecina región del valle medio del río Magdalena se encontraba habitada por pueblos de lengua Karib, como los pijaos, colimas, panches y pantágoras entre otros, asentados en los valles intercordilleranos de los ríos (Aguado 1955, Fernández 1942, Zamora 1945). Dentro estos pueblos “Caribes”, los panches eran los grupos que se encontraban en el límite occidental de los muiscas, en la vertiente occidental de la cordillera oriental (Imagen 1). Eran comunidades dispersas y exógamas que no habían alcanzado el nivel sociopolítico de cacicazgo, en las que se accedía al poder por méritos adquiridos en las batallas, las cuales parecen haber sido una práctica cultural muy común ya fuese en contra de otras parcialidades caribes o en contra de grupos extraregionales como los muiscas (Rodríguez y Cifuentes 2004, Cifuentes 2004, Rodríguez 2006). Estos grupos, estrechamente ligados entre sí, compartían la misma lengua y costumbres pero mantenían total independencia y autonomía; así mismo tenían líderes locales (los cuales llevaban el mismo nombre del territorio gobernado -aunque no es claro si el territorio recibía el nombre del gobernante o el gobernante el del territorio-) que formaban rápidas alianzas entre sí en los momentos de conflicto contra otros grupos (Cifuentes 2004, Martínez 2005).


Ilustración 1. Basado en Plazas y Falchetti 1973, Rodríguez y Cifuentes 2004.


Dentro de los panches, al parecer, no había artesanos orfebres o tejedores especializados a tal grado como en los cacicazgos complejos del altiplano. De esta forma, estos grupos pasaron a la historia haciéndose famosos sólo por ciertas características bélicas típicas de su cultura como la práctica de mantener escaramuzas permanentes con sus vecinos territoriales, además de los constantes enfrentamientos internos, los cuales aprovecharon los españoles para fomentar discordias y encontrar aliados temporales (Ochoa 1945, Diez, 1982, Melo 1996, Rodríguez y Cifuentes 2004, Cifuentes 2004, Rodríguez 2006).


El territorio ocupado por los panches, presenta un relieve de piedemonte cordillerano de laderas surcadas por los múltiples afluentes del Magdalena, lo que se refleja en un paisaje montañoso disectado por cursos de agua que descienden rápidamente buscando las tierras bajas. En esta región se encuentra una cobertura vegetal de bosque húmedo tropical que presenta climas cálidos y templados (Rodríguez y Cifuentes 2004, Martínez 2005), la cual fue mucho más profusa y abundante de lo que se puede apreciar actualmente, permitiendo la proliferación de muchas especies animales hoy extintas en la región.

Para la parte central del valle del Magdalena la geografía quebrada del piedemonte cordillerano ofrece una diversidad altitudinal que fluctúa entre los 500 y los 2400 m.s.n.m., lo que se traduce en la presencia de climas que van de cálido a templado, favoreciendo la diversidad de recursos alimenticios en áreas muy cercanas entre sí. Este clima es muy propicio para la proliferación de bosques, los cuales fueron abundante fuente de recursos para las poblaciones prehispánicas, tanto de fauna para cacería, obtención de madera, frutas y miel, así como espacios en donde se mantenían cultivos (Rodríguez y Cifuentes 2004).

Ilustración 3. Espacio fisio-geográfico ocupado por los panches en el siglo XVI enmarcado en el relieve general presente en la zona de estudio (discriminando zonas altitudinales y clima). Los tonos más oscuros corresponden a espacios con mayor elevación altitudinal y por consiguiente con menores temperaturas a lo largo del año.

Como hemos mencionado anteriormente, para el siglo XVI la población panche se encontraba asentada en el sector medio de este valle y diversas comunidades de este grupo ocupaban las laderas del piedemonte cordillerano a ambas márgenes del mismo entre los ríos Guarinó y Negro al norte y Coello y Fusagasugá al sur. No obstante, la delimitación territorial mencionada por los cronistas durante el siglo XVI para los segmentos asentados en la margen occidental del río (Cordillera Central) presenta algunas falencias en cuanto a temas como la distribución geográfica y los límites de los grupos prehispánicos que ocupaban dicho territorio.


Fotografía 1. Relieve y cobertura vegetal típicos del bosque subandino (bh-P y bh-MB) en el territorio ocupado por los panche en el siglo XVI (vertiente occidental de la cordillera Oriental).


En términos generales, podemos aseverar que la ubicación geográfica y paisajística de los territorios ocupados por los diversos segmentos panches, le permitía al grupo en conjunto acceder a una amplia variedad de recursos asociados a las condiciones climáticas de cada piso térmico. Podemos aseverar que el territorio ocupado por los panches en el siglo XVI correspondía a un mosaico de pisos térmicos en el cual existía una amplia variedad de recursos, lo cual representó una gran ventaja para las poblaciones humanas que controlaran y accedieran a dichos recursos con respecto a otras poblaciones y/o grupos étnicos, cuyos territorios incluían una menor cantidad y variedad de pisos térmicos y por ende de recursos de origen vegetal.


Según las descripciones presentadas por los cronistas, parece ser que la abundancia y variedad de recursos vegetales constituían uno de los principales renglones en la economía de la sociedad panche, lo que se traducía en que este fuera uno de los recursos más valorados por las poblaciones prehispánicas de la región. El proceso de conquista y posterior establecimiento de las poblaciones españolas en los territorios ancestrales indígenas implicó la imposición de una economía extractiva y depredadora que disminuyó en gran medida la abundancia de productos vegetales que se obtenían de los bosques descritos para el siglo XVI; esta situación aunada a las campañas de tala y quema adelantadas por los españoles a lo largo de la segunda mitad del siglo XVI durante el proceso de exterminio de la sociedad panche, así como el despoblamiento local que se generó tras los procesos de repartimiento y encomienda implementados desde el inicio de la colonia, determinaron en gran medida la disminución de los campos de cultivo y por ende la producción agrícola registrada para la zona por los primeros cronistas.


LOS PANCHE: TRADICIÓN ANCESTRAL BÉLICA

Refiriéndonos al caso muisca – panche, parece que desde antes del contacto euro-americano, pese a la existencia de relaciones comerciales entre los dos grupos culturales que buscaban el abastecimiento de productos exóticos indispensables, primaba un constante enfrentamiento bélico en las áreas de frontera (Fernández, 1942. tomo I, Rodríguez y Cifuentes 2004, Cifuentes 2004, Martínez 2005). Así mismo, en otros límites del área habitada por los panches, también se registraron situaciones de conflicto con grupos vecinos como colimas y sutagaos entre otros (Fernández Piedrahita, publicación digital, Cifuentes 2004, Arango 1974, Salas y Tapias 2000, Gutierre de Ovalle 1983).


Es probable que estas situaciones de enfrentamiento bélico se movieran por intereses expansionistas de los muiscas en busca de control de pisos térmicos cálidos o al contrario por el fortalecimiento de algunas parcialidades panches buscando el dominio de los demás grupos de su misma filiación cultural.


Volviendo a las crónicas de la conquista, encontramos una muy detallada descripción de las situaciones de conflicto que protagonizaron los panches en diferentes batallas (Fernández 1942, Zamora 1945, Simón 1981, Aguado 1955). Así mismo, se encuentra abundante información sobre las formas en que se desarrollaban los conflictos armados, las armas empleadas, la estrategia, la formación, las funciones de cada grupo al interior del ejército, el atuendo utilizado por los guerreros y los comportamientos rituales que acompañaban al evento.


De la revisión de estas fuentes, se pueden extraer dos grandes conclusiones: Una, que la cultura panche poseía una tradición ancestral bélica en la que los conflictos armados parecen haber hecho parte de su cotidianidad; experiencia que se reflejaría en la organización de sus ejércitos a la hora de marchar a las batallas. Dos, este conocimiento ancestral o experiencia en el campo del conflicto también los había llevado a desarrollar una tecnología armamentística que resultaba efectiva en contra de los grupos contra los cuales se enfrentaba.


Así, podemos ver que en los panches el conflicto jugaba un papel importante al momento de la llegada de los españoles y que éste debió haber hecho parte de su cultura durante un amplio periodo de tiempo como para haber alcanzado un grado tal de especialización y complejidad (que pudieron ver los españoles reflejado tanto en la efectividad y diversidad de las armas como en la organización, disposición y disciplina de los ejércitos y los mismos guerreros).



LOS PANCHES AL MOMENTO DE LAS CONFRONTACIONES FÍSICAS: ARMAS O HERRAMIENTAS?

La literatura histórica y antropológica siempre ha resaltado de los panches su condición de guerreros y caníbales, su fuerte resistencia a la conquista española y el hecho que fueran una constante amenaza para la paz de los grupos vecinos. Esta concepción se ha visto amparada por las abundantes descripciones de las crónicas de la conquista en las que abundan los relatos sobre la diversidad y eficacia de las armas empleadas, resaltándose las flechas y dardos envenenados, macanas, mazas, lanzas, escudos, hondas y piedras arrojadizas (Fernández 1942, Salas 1986, Simón 1981, Wassen 1988, Zamora 1945, Aguado 1955).



FLECHAS

Dentro de las armas anteriormente mencionadas, parece ser que las más frecuentemente utilizadas y que incluso llegaban a caracterizar a estos pueblos caribes fueron las flechas envenenadas, las cuales a su vez se encuentran en la literatura como las más temidas por los españoles (Salas 1986). Teniendo en cuenta que en la sociedad panche, se accedía al poder por los méritos adquiridos en batallas y que este mismo se ostentaba por medio de exhibiciones de objetos materiales que funcionaban como marcadores de riqueza (Rojas 1975, Rodríguez y Cifuentes 2004, Rodríguez 2006), se podría esperar que ciertas piezas de uso personal como el armamento, hiciera parte del ajuar funerario que acompañara los cuerpos de los guerreros. En sociedades similares, en que el estatus del guerrero como tal juega un papel importante en su posición social y sus méritos en combate se traducen en beneficios personales, se da una serie de manifestaciones físicas y materiales que se exponen y se exhiben tanto en el ornamento que se porta en vida, como en el conjunto de ofrendas y pertenencias que acompañan los restos humanos en las tumbas.


Puesto que en el registro arqueológico no se han encontrado evidencias de estas flechas (ni de los arcos o propulsores con los que debieron haber sido lanzadas), podemos suponer que los materiales en los que fueron fabricadas no se conservaron dadas las características químicas de los suelos propios de esta región húmeda y boscosa. En casos similares para otras regiones del mundo (como en el caso de los arqueros daneses del neolítico), la conservación del componente de origen vegetal se desintegró por completo, subsistiendo en el registro solamente un puñado de puntas líticas orientadas en la misma posición, lo que llevó a concluir que se trató de un grupo de flechas depositadas como ajuar funerario del que solamente se conservaron las puntas de piedra (Sarauw 2007: 73). El hecho que el registro arqueológico no haya reportado en territorio panche ningún indicio de puntas en ningún material, nos lleva a suponer que las flechas empleadas carecían de ésta y que se fabricaron solamente empleando madera u otros materiales perecederos.


Esta idea parece estar asociada con apartes de las crónicas en que se menciona una gran diversidad de armas fabricadas en diferentes tipos de maderas y materiales vegetales como cañas de diferente dureza, con las que elaboraban lanzas, macanas, mazas, dardos y cerbatanas (Aguado 1955), las cuales también se encuentran ausentes en el registro arqueológico, pero que debieron haber sido muy abundantes en una cultura en la que el conflicto jugaba un papel tan importante (Arango 1974: 55):


"Las armas de que generalmente usan los naturales de toda esta provincia y región de Ibagué, son lanzas hechas de los ijares de unas gruesas cañas huecas que los españoles llaman guaduas, las cuales son muy largas... cada una de ellas hechas tres o cuatro lanzas de a veinticinco y treinta palmos de largo; y a las puntas de estas lanzas engiren una punta de palma delgada, que es madera más recia y tiesa, para con ella hacer mejor golpe. …. También usaban dardos de palma arrojadizos y macanas muy agudas a manera de montantes, hechas de madera de palma negra."

(Aguado 1955, Libro Séptimo, capítulo tercero).


Con base en esta información producto de las crónicas de la época y la ausencia de dicho material en el registro arqueológico, podemos suponer que la tecnología que se implementó para la fabricación de las flechas tuvo en cuenta las materias primas que ofrecía el medio ambiente propio de bosque húmedo tropical, en el cual existía la cultura panche. De esta forma, los materiales más empleados pudieron ser todos de origen orgánico y de difícil conservación en el registro arqueológico propio de este entorno (flechas de madera endurecida al fuego, puntas de aguijones de rayas, espinas de palmas, etc.).


Ha sido muy común desde épocas de la conquista caracterizar a las culturas de las tierras bajas tropicales con la implementación de tecnologías que utilizan productos que abundantemente ofrece el medio para la fabricación de este tipo de armas: “En las selvas las hacían con maderas aguzadas, lisas o arponadas, endurecidas al fuego que les daba la firmeza de un metal. Los pueblos de los litorales empleaban espinas de pescado o púas de rayas, enconadas y dolorosas” (Gumilla 1791). Igualmente, el uso de armas y herramientas fabricadas a partir de materias primas perecederas propias del bosque húmedo tropical se ha registrado en casos etnográficos para otras regiones del mundo con ambientes similares, en donde predominan materiales vegetales para la fabricación de flechas, dardos y cerbatanas (Politis 1996, Wassen 1988, Mora 2006).


Aunque es cuestionable la capacidad mortífera de los venenos que según las crónicas fueron tan profusamente empleados por los pueblos caribes (Arango 1974: 69), al parecer éstos si fueron un elemento constante en las armas indígenas, lo que nos lleva a concluir que la tecnología empleada para la fabricación de este veneno, o la implementación de esta tecnología (uso del veneno), tuvo en cuenta un conocimiento ancestral del entorno en el cual se desarrollaba el grupo cultural que lo produjo y los productos que éste ofrecía al grupo cultural que lo habitaba; es decir, que la tecnología fue producto de la interacción entre la sociedad y el entorno en el cual ésta se desarrollaba, a la vez que fue constructora de aspectos muy típicos de esta sociedad particular.


No pretendemos llegar a afirmar que el entorno sea un determinante mecánico de las sociedades, pero así como se ha planteado anteriormente, el rol que juega el ambiente es el de proveer los materiales necesarios para el desarrollo de tecnología (Ingold 1997); así, cada sociedad usa los recursos que le provee su entorno específico de acuerdo a sus necesidades, obteniendo respuestas culturales particulares. Por esta razón creemos que la sociedad panche privilegió la fabricación de flechas y otras armas utilizando productos que abundantemente ofrecía el medio y que resultaban favorables y funcionales para este contexto específico.


HACHAS

Pese a la ausencia en el registro arqueológico de las armas de madera descritas para las batallas en las crónicas, se ha reportado la presencia de una gran cantidad de hachas de piedra pulida en diversos contextos arqueológicos, así como producto de hallazgos fortuitos a lo largo y ancho de todo el territorio definido aquí como panche (Fotografías 2 a 7).



Fotografía 2. Instrumento pulido asociado a la ocupación prehispánica del territorio panche (vertiente occidental de la Cordillera Oriental).

Estos instrumentos líticos han sido fabricados por pulimentado de la roca (tal vez previamente talladas por otras técnicas de percusión). Como se ha descrito anteriormente por autores que trabajan el tema específico de los utensilios pulidos (Fabregas 1992, Yerkes et al 2003), este pulimento se origina tras una modificación estructural molécula a molécula, que comprende reducción de la masa y reconstrucción de la superficie (Mansur 1997), lo que produce el acabado lustroso y brillante que diferencia a este tipo de artefactos de los fabricados por diversas técnicas de percusión.


Fotografía 2. Instrumento pulido asociado a la ocupación prehispánica del territorio panche (vertiente occidental de la Cordillera Oriental).

Estas hachas también han sido muy frecuentes en contextos domésticos (Arango 1974), así como en tumbas típicas de la cultura panche en las que han sido depositadas como ajuar funerario (Salas y Tapias 2000, Salgado et al 2006), lo que nos lleva a pensar que ya fuesen armas de guerra o herramientas de trabajo, fueron elementos muy utilizados por este grupo cultural y que a su vez, pudieron llegar a ser muy importantes para quien las portaba, por encontrarse también en contextos funerarios.


Fotografía 4. Instrumento pulido asociado a la ocupación prehispánica del territorio panche (vertiente occidental de la Cordillera Oriental).

Al hacer una lectura detallada de las descripciones de los enfrentamientos armados contra los españoles, se puede apreciar la variedad de armas que los ejércitos y soldados panches llevaban al momento del choque físico armado, pero nunca se menciona la presencia de estas hachas. (Arango 1974, Fernández 1942, Fernández publicación digital, Simón 1981). Por el contrario, son comunes las descripciones de escudos y elementos para portar las armas:

Fotografía 5. Instrumento pulido asociado a la ocupación prehispánica del territorio panche (vertiente occidental de la Cordillera Oriental).

"Llevan estos panches unos paveses o con tales senos hacia el que le tiene para su defensa, que allí meten sus arcos y flechas y las lanzas con que pelean, y las hondas y piedras que tiran, y las macanas que usan de dos filos, en lugar de espadas. Son esos paveses de unos cueros de grandes animales a manera de osos, y cuando están hartos de pelear con un arma de las que es dicho, sacan otra la que quieren...

" (Fernández de Oviedo. II. 392).


Fotografía 6. Instrumento pulido asociado a la ocupación prehispánica del territorio panche (vertiente occidental de la Cordillera Oriental).


Cada soldado Panche era diestro en el manejo de todas las armas; cargadas en su espalda en una especie de morral de cuero liviano llamado paves donde guardaban el arco, las flechas, la honda, bodoquera, dardos, una larga maza en el exterior y en sus manos llevaban la imponente y pesada macana

(Martínez 2005: 67-68).


Fotografía 7. Instrumento pulido asociado a la ocupación prehispánica del territorio panche (vertiente occidental de la Cordillera Oriental).

Tan sólo en una descripción que presenta Aguado, hemos encontrado una referencia a las hachas, en que se menciona que junto con todas las armas descritas en otros documentos de la época, también se portaban éstas, pero aclara que no es esta su función original dentro de la cultura Panche:


“…también se aprovechan en la guerra de las hachas de cobre [léase de piedra pulida] que tienen para cortar madera."

(Aguado 1955, Libro Séptimo, capítulo tercero).


Otras investigaciones que han trabajado con hachas de piedra pulida se han encontrado frente a la misma problemática, tal es el caso de las hachas del periodo neolítico prealfarero de la cultura "sultanian", del valle del Jordán, donde los análisis de microdesgaste indicaron que las hachas de piedra pulida se utilizaron para trabajar madera y no consistían azadas como se pensó durante mucho tiempo (Yerkes et al. 2003: 4). En dicho caso, los autores analizaron macroscópicamente las huellas de desgaste en las hachas, encontrando una serie de áreas lustradas y con brillos, las cuales resultaron coincidir con las que se producen tras el trabajo con elementos vegetales como cereales, corte de plantas, levantamiento de césped y trabajos en madera. Un análisis microscópico posterior (necesario para determinar de manera más precisa el origen de estas huellas) demostró que las microhuellas de uso evidencian un tipo de desgaste que se caracteriza por superficies brillosas y suaves. Huellas similares se pudieron ver en herramientas experimentales pero en mucha menor intensidad, interpretándose como un primer estadio de las huellas de desgaste del trabajo en madera y plantas, por lo que concluyen que las herramientas arqueológicas fueron parte de un sofisticado equipo de herramientas para trabajar madera.


Por otra parte, si tenemos en cuenta que la tecnología responde a variables ambientales y sociales, y que los panches eran una cultura que se encontraba viviendo en un entorno boscoso donde recursos como la madera y tallos de gramíneas (cañas y guaduas) hacían parte de su vida cotidiana, aunado al hecho que las armas tenían que ser trabajadas con alguna herramienta, podríamos interpretar que la abundancia de estas hachas se debe a que funcionaran como una herramienta indispensable en la fabricación, reparación y mantenimiento de objetos de uso frecuente como podrían ser las diversas armas que se empelaban en los usuales enfrentamientos armados. Esto concordaría con los datos que brinda Aguado y nos llevaría a concluir que al igual que en el caso de las flechas, la tecnología de las hachas (y las hachas mismas) estaría haciendo parte de una relación inseparable entre sociedad, ambiente técnicas particulares desarrolladas por la cultura para mantener una relación que se retroalimenta con el entorno en el cual existe.


Es importante mencionar que para el material lítico procedente de contextos arqueológicos en el territorio panche aún no hemos adelantado estudios de huellas de uso, microhuellas o microdesgaste para este tipo de instrumentos y que no contamos con evidencia material de las armas en madera que pudieron haber sido trabajadas con instrumentos especializados de piedra pulida, lo cual conlleva a que el planteamiento expuesto en el presente artículo se encuentra abierto a debate y a la espera de ser sustentado por medio de este tipo de análisis.


Diversos estudios ya han empleado análisis microscópicos sobre instrumentos líticos pulidos, para interpretar las huellas de uso y los distintos patrones de micropulido, estableciendo así una serie de características propias de cada tipo de instrumentos que variarían en la medida en que estos hayan sido utilizados como herramientas bifaciales de trabajo en madera, hueso o carne, herramientas para cortar plantas herbáceas, azadas y/o martillos, etc. (Mansur 1997, González e Ibáñez-Estevez 2003, Yerkes et. al. 2003, Hamon 2008).


La implementación de un análisis de este tipo nos llevará a evidenciar la naturaleza de los residuos y del micropulido presente en los bordes de uso de las hachas. Estos posibles residuos y patrones de pulido microscópico serían el producto del trabajo sobre materiales específicos que esclarecerán la finalidad de dichas herramientas.


COMENTARIOS FINALES

Las hachas de piedra pulida que posiblemente se fabricaron para la elaboración y/o mantenimiento de una gran variedad de armas de madera, también pudieron llegar a utilizarse con fines para los que no estaban diseñadas en ocasiones excepcionales como la de un choque armado en el que el enemigo portaba armaduras y armas hasta ese momento desconocidas y menos vulnerables que las habituales.


El pueblo panche desarrolló diversas respuestas culturales a su entorno y a los grupos sociales con los cuales debió coexistir, siendo una de estas respuestas el conflicto. Enmarcado en este contexto, desarrolló una tradición bélica que se vio reflejada en la fabricación y uso de diversas armas, así como la organización y disposición de sus grupos de guerreros. Estas tecnologías aunada a las formas específicas de conflicto, resultó tan efectiva, que la mantuvieron a lo largo del tiempo, convirtiéndose en una cultura exitosa a la hora de desarrollar sus campañas militares.


Al encontrarse frente a una cultura tan diferente como la de los conquistadores europeos, las tecnologías tradicionales y la forma de conflicto que tan exitosamente habían funcionado frente a otros pueblos americanos, resultó ineficiente, generando una búsqueda de soluciones rápidas como una posible adaptación de otros elementos de la cultura material al contexto del conflicto.


En esta línea de ideas, es muy probable que al corroborar la escasa efectividad que tenían las armas locales elaboradas en madera sobre un enemigo que, entre otras innovaciones, poseía armaduras de algodón y metal, se buscara la utilización de instrumentos de mayor dureza, como las comunes y abundantes hachas de piedra pulida.


Esto nos lleva a concluir que las categorías de “armas” y “herramientas” no son conceptos cerrados con límites determinados y excluyentes que determinan que los instrumentos fabricados para tal o cual fin sólo pueden desempeñarse e interpretarse bajo esta percepción, sino que son campos permeables en los que incluso los artefactos mas especializados pueden desempeñarse para una tarea diferente en momentos en que las circunstancias lo requieran.




Guillermo Ramirez Calderón.

Antropólogo. Universidad Nacional de Colombia.

Doctor en Arqueología. Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires- Argentina.





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